Ficha técnica
- Título: Los enfermos
- Autor/a: Natalia Rozenblum
- N° de páginas: 244
- Editorial: Alto pogo
- Año: 2016
Una mujer cuida a su hijo en coma. Todo gira en torno a eso, a las
consecuencias que este hecho tiene no solo en ella misma y en su manera de ver
las cosas, sino también en la forma en que la salud de Manuel va condicionando
las relaciones del ámbito familiar.
- Título: Los enfermos
- Autor/a: Natalia Rozenblum
- N° de páginas: 244
- Editorial: Alto pogo
- Año: 2016

Los enfermos es una novela compleja. No solamente desde el punto de
vista argumental por la densidad de los temas que toca, sino también por cómo
está narrada. Por un lado, trabaja sobre cuestiones que, sea cual sea la
perspectiva desde la cual se lo mire, siempre conllevan complicaciones.
Específicamente, relata la estadía de una madre en un hospital cuidando a su
hijo en coma. Más allá de esto, la historia también explora las relaciones que
se van forjando entre los miembros de la familia y, como era de esperarse,
estos vínculos siempre están condicionados por esta situación tan extrema que
les toca vivir. La autora logra captar muy bien algo que ocurre en momentos tan
decisivos: cómo muchas veces situaciones como estas fortalecen los vínculos
familiares o los terminan de romper por completo. Desde esa perspectiva, no hay
dudas de que Los enfermos es un libro
denso, que requiere de lectores atentos que estén preparados para afrontar este
tipo de lecturas. Cuando digo “denso” no me refiero a este como un texto
difícil de leer por ser aburrido; por el contrario, más allá de que no
podríamos de ninguna manera definir a Los
enfermos como una novela “divertida”, es un libro que atrapa completamente,
que no se puede parar de leer, que se termina en poco tiempo por el interés que
genera la trama.
Por otro lado, hay otras
cuestiones que hacen de esta una novela diferente. Natalia Rozenblum tiene una
prosa muy particular. En la literatura los relatos se articulan, comúnmente, a
partir de diálogos o una descripción de la historia más “convencional”,
podríamos decir. Ahí entra en juego el tema de los distintos narradores, que
pueden ser en primera o en tercera persona, en general, y en segunda en muy
contadas ocasiones. Pero en el caso de esta novela uno como lector nunca
termina de saber bien qué es lo que la narración está expresando. ¿En qué
sentido? Así como el contexto en el que se mueven los personajes es opresivo,
asfixiante, que casi no deja lugar a que pensemos en otras cosas, también lo es
la forma en que está narrado. Es decir, la situación por la que pasa la madre
de Manuel es tan compleja que uno no sabe cómo podría reaccionar en caso de que
le toque estar en una circunstancia similar. Quizás caemos en un pozo depresivo,
quizás estamos más fuertes que nunca. Eso no lo sabemos hasta que nos pasa,
porque son situaciones muy extremas. Tampoco exijamos que todas las decisiones
que tomemos en esos momentos sean completamente racionales o estén
adecuadamente pensadas. No sería sorprendente que uno actúe en la vorágine de
la situación. Todo se mezcla, se confunde, se potencia en la desesperación. Desde
ese punto de vista, también es posible ver un comportamiento similar en la
forma en que Los enfermos está
escrito. El relato funciona a partir de la ambigüedad: hay momentos en los que
no sabemos si la protagonista está hablando con alguien o si está pensando, si
lo que leemos es un monólogo suyo, porque no hay signos de diálogos que
permitan que lo distingamos. Eso también genera que la novela tenga un grado de
complejidad más alto, porque hasta que uno no se acostumbra o, si se quiere, no
empieza a entender un poco más las cosas (aunque quizás nunca las termine de
entender del todo) es posible que se pierda, que se le escapen algunas cosas
que hacen al relato.
Sin embargo, para mí estas
cuestiones no fueron negativas. Al contrario: le agregaron originalidad a la
novela, más allá de que el planteo se perfilaba como algo innovador desde el
inicio mismo. Es interesante la capacidad de la autora para generar todas estas
sensaciones en el lector, que mucho tienen que ver con la perturbadora e
inquietante ambientación que crea; y es más, eso lo logra con el solo uso de
una o dos locaciones. Para no revelar información importante, solamente diré
que la novela empieza con la protagonista en el hospital, y ya esa primera
escena es muy potente; un gran inicio para una historia que luego se iría
poniendo cada vez más intensa. El ritmo de la misma se mantiene relativamente
constante durante toda la narración, a pesar de que para mí decae un poco en la
segunda parte. Personalmente me gustó más lo que generó la autora con la
primera, introduciendo a los personajes y lo que les llevó a estar en esa
situación. Rozenblum siempre deja algo sin revelar. Pero uno no lo percibe, o
por lo menos eso me ocurrió a mí, como un punto flojo de la trama o algo mal
estructurado, algo que haya faltado desarrollar, sino que yo particularmente lo
tomé como algo intrínseco de la construcción del argumento, como algo que debía
permanecer así porque así lo exigía la historia misma. En la novela muchas
preguntas no tienen respuesta. Pero eso es así porque así debe ser, porque así
lo pide la esencia de la novela.
Los enfermos narra un tema muy complejo, muy denso, y no es fundamental
que nos expliquen absolutamente todo lo que ocurrió en el pasado para que la
novela funcione bien. Importa saber cómo
es que los personajes reaccionan ante las cosas del presente, con lo que les
está tocando vivir ahora. Quizás uno
podría pensar que es importante que nos expliquen detalladamente lo que los
llevó a estar en ese presente, pero para mí no lo fue. No necesité saber
demasiado de las actitudes o comportamientos de los personajes en el pasado para
disfrutar de la novela, para ver la capacidad de la autora de colocarlos en ese
contexto y hacerlos actuar, accionar, relacionarse. Rozenblum consigue que uno
se adentre de lleno en la historia que plantea; genera interés en el lector, todo
el tiempo queremos saber qué estará por pasar. También maneja muy bien el
factor “misterio”, si vale el término, porque hay algunas cuestiones que no se
terminan de dilucidar nunca, pero como mencionaba antes, no necesariamente son
percibidas como huecos en la construcción del argumento o cuestiones que
debieron ser explotadas de tal o cual forma y no lo fueron; esta característica
es propia de la novela: hace a la
novela.
A través de una prosa fluida y muy contundente, de la cual
hay que estar atentos para no perderse en el argumento, Natalia Rozenblum narra
en Los enfermos una historia dura,
pesada, cruda. Respondiendo a su título, en esta novela no hay un solo enfermo: los enfermos son
muchos, son todos los personajes: aquellos que, como bien dice Selva Almada en
la contratapa, han contraído la enfermedad crónica de la familia.
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