"Los que duermen en el polvo", de Horacio Convertini

Ficha técnica
- Título:
Los que duermen en el polvo
- Autor/a:
Horacio Convertini
- N° de páginas:
171
- Editorial:
Alfaguara
- Año:
2017

Una epidemia se expande por Buenos Aires y da lugar a unas criaturas al estilo zombie denominadas bichos. En ese contexto, el protagonista, Jorge, vive o trata de sobrevivir, pero también recuerda muchos momentos pasados que sin lugar a dudas condicionan la forma en que ahora encara su vida.  
No es difícil darse cuenta de que el argumento de Los que duermen en el polvo no es sumamente original. Dentro del género de fantástico o ciencia ficción y, más ahora en la actualidad, el concepto de zombie o esta criatura infectada por un virus es bastante recurrente. Por lo tanto, el desafío de las nuevas obras que van surgiendo con estas características es tratar de buscar la manera de renovar esa idea, de imprimirle alguna cuestión original o propia del autor. En el caso de Los que duermen en el polvo esa originalidad o innovación por parte de Convertini se logra con el desarrollo del protagonista o, mejor dicho, con lo bien estructurado que definitivamente está. Así, el deseo de supervivencia no sea quizás lo único que lo aqueja; sus pensamientos sobre el pasado, sobre lo que le pasó y lo que le está pasando también lo condicionan y moldean su manera de pensar. 
Esta no es una novela que podríamos considerar de acción. Si bien es cierto que pasan cosas relacionadas  más a lo policial (porque en cierto punto de la historia el protagonista se enfrenta a algunas muertes misteriosas), al mismo tiempo considero que la esencia  de la novela no está ahí. La esencia de la novela no son los zombies, ni las conspiraciones, ni las traiciones, ni las cosas turbias de la política. Desde mi punto de vista, lo más interesante de esta historia tiene que ver con cómo el autor construye a los personajes. En primer lugar, el desarrollo de Jorge es muy interesante. Convertini le da forma a un personaje lleno de inseguridades, de pensamientos encontrados frente a muchas situaciones. Inseguridades o, dicho de otra manera, conflictos internos respecto de varias cuestiones. Antes de que explotara la epidemia Jorge estaba en pareja con Érica. Su relación es por momentos compleja, porque ella tiene proyectos muy ligados a lo académico que, si se concretan, no dejarían a este vínculo tan fuerte, tan bien parado. Así la relación se desarrolla en peleas, idas y venidas, reconciliaciones. Érica desaparece en una situación no tan clara; será el correr de la historia lo que nos ayudará a descubrir qué pasó con ella. Jorge así encuentra compañía en otra chica, Mónica, con el virus ya completamente en expansión. A partir de aquí y de otras cuestiones centrales para la construcción del argumento se irá desarrollando la historia en sí. Conoceremos, al mismo tiempo, al Lele Figueroa, amigo de Jorge que a su vez tiene un cargo político muy importante. 
La novela, entonces, tiene elementos del género de la ciencia ficción pero también del policial. A medida que la misma avanza la cuestión de estos bichos irá, de alguna manera, siendo desplazada para dar lugar a otras situaciones igual (o de mayor) importancia. Y no solo eso; la parte policial, teniendo en cuenta mi lectura personal, tampoco es lo que más caracteriza a esta novela. De ser así, quizás Los que duermen en el polvo no tendría mucho contenido para analizar. Es decir, si fuera solamente una novela de ciencia ficción con zombies y asesinatos no me habría parecido tan buena. A decir verdad, los bichos casi que toman una postura muy pasiva. No digo esto porque los zombies efectivamente son pasivos, lo único que hacen es caminar torpemente y contagiar a otros, sino que con esto me refiero a que pareciera ser que la aparición de estas criaturas tiene más que ver con la ambientación del relato que con la estructura más intrínseca del argumento. La novela podría haber versado sobre un futuro apocalíptico con un desastre nuclear y no con zombies y habría funcionado igual de bien, porque justamente lo mejor del libro no recae en estas criaturas, sino en otras cuestiones. Lo que más me interesó de Los que duermen en el polvo fue la estructuración del relato: no solo la forma en que está narrada, sino también su narrador. Esos dos factores, narración y narrador, hacen de esta una historia muy completa como para analizar, para destacar por sobre cuestiones más explícitas como podría serlo el género al cual pertenece la novela o, también, las criaturas fantásticas que se describen en ella. 
Jorge es un narrador que no cuenta solo en presente. Esto es porque su vida no es solo el presente. Hay muchas situaciones del pasado que evidentemente lo condicionaron, y es seguro que lo  hacen ser, pensar o actuar de una determinada manera ahora en su actualidad. Los capítulos de Los que duermen en el polvo son generalmente muy cortos, e intercalan líneas temporales. Si mal no recuerdo un capítulo refiere al pasado, el que le sigue al presente y así sucesivamente hasta terminar la novela. Esto, a priori, genera dos cuestiones a tener en cuenta. Por un lado, puede producir, en el lector, confusión; uno viene leyendo algo que ocurrió en el pasado de Jorge con Érica y, ni bien terminado el capítulo (que además ocupan en promedio dos o tres hojas), se encuentra leyendo sobre cosas que están pasando ahora. En esa fluctuación de líneas temporales se encuentra esta historia. Así, Los que duermen en el polvo requiere lectores atentos, que estén dispuestos a, si es necesario, retroceder aunque sea unas páginas para recordar qué es lo que estuvo pasando en determinado momento. De esta forma uno puede seguir mejor la narración sin perderse ningún detalle que sea importante para la comprensión de la trama. 
Pero por el otro, esta cuestión de los saltos temporales es lo que efectivamente hace más rico a este narrador. Jorge no nos cuenta, repito, solamente lo que le está pasando ahora. Porque lo que le está pasando ahora no está aislado, no surgió por generación espontánea. Todo su accionar, su forma de pensar, de vivir y de encarar su cotidianeidad está definitivamente influenciado por cosas que le pasaron. El protagonista, entonces, reflexiona. Reflexiona sobre sus relaciones con las mujeres que tuvo, sobre la relación con el Lele, su amigo, y también, lo cual es quizás la mejor parte de esa reflexión, se piensa a sí mismo. Ahí está, muy probablemente, la cuestión más interesante de su relato. La forma en que puede analizarse, reflexionar sobre él mismo, sobre su manera de actuar y pensar. La narración, con esto, se vuelve mucho más profunda, más compleja, y es sin lugar a dudas mucho más que una que hable sobre unos zombies llamados bichos o sobre unos asesinatos que en principio no tienen solución. 
Más allá de que sea una novela cuya extensión invite a terminarla, Los que duermen en el polvo es un libro que se lee muy rápido porque es absolutamente absorbente. Desde el momento en que uno empieza a leer ya se siente atraído por el argumento y (esto no desde el inicio pero sí con el correr de los capítulos) también por la forma en que este se va presentando. Si uno quisiera saber cómo va a desarrollarse un determinado hecho, sin importar si fue en el pasado o en el presente, seguramente no lo va a saber en el próximo capítulo, sino que tendrá que llegar al siguiente para poder enterarse. Además de un mayor interés por la trama, esto genera que le lectura se vuelva más ágil, más rápida, porque el lector está pendiente de lo que va ocurriendo, se compenetra con ella y, por esa razón, el relato se vuelve muy ameno y entretenido. En la novela no pasan “demasiadas” cosas, pero cada uno está desarrollada muy bien, a pesar de que la misma conste de menos de doscientas páginas. Sin embargo, creo que el planteo inicial del libro tiene mucho potencial como para haber sido una novela más larga, con más hechos para contar y analizar. Jorge tiene mucha pasta para convertirse en un gran personaje, con cuestiones sobre las cuales reflexionar que, definitivamente, lo habrían hecho un protagonista más profundo del que ya es. En ese sentido, la sensación que queda no es de una historia mal desarrollada o con puntos flojos que no fueron bien explicados, o cosas sin sentido, sino el sentimiento de que podría haber funcionado igual de bien en un formato más largo. Es la sensación, quizás, de haberme quedado con ganas de conocer más sobre estos personajes y esta ambientación por lo bien logrados que están ambos aspectos y, también, porque evidentemente el argumento me interesó y mucho.  
Con una prosa ágil y muy cuidada, que logra meter de lleno al lector en lo que está leyendo, Horacio Convertini construye, en Los que duermen en el polvo, una historia muy interesante. No solamente desde el planteo inicial, que no es lo mejor del libro, sino por el gran manejo que tiene de sus personajes y de la forma en que estos deciden contar todo lo que les está pasando. Una historia por momentos con mucha acción pero, por otros, y esto es con seguridad lo mejor del libro, Los que duermen en el polvo es una novela muy reflexiva. 

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