"La vegetariana", de Han Kang

Ficha técnica
- Título: La vegetariana
- Autor/a: Han Kang
- Año: 2012 (publicación original: 2007)
- N° de páginas: 177
- Editorial: Bajo la luna
 
Una mujer decide dejar de comer carne después de un extraño sueño que la perturba seriamente. A partir de este hecho casi diríamos fortuito su vida cambiará radicalmente, como así también lo harán las vidas de las personas que pertenecen a su entorno más cercano.

Leyendo un argumento como el que intenté resumir en el primer párrafo podríamos pensar que estamos ante un libro sobre vegetarianismo. En cierto sentido, La vegetariana trata sobre eso; pero en realidad, luego de terminarlo uno se da cuenta de que la historia va muchísimo más allá. No es una obra cuya temática central sea el hecho de que la protagonista hubiera decidido no comer más carne. Este es solo uno de los factores, seguramente el inicial, que dará lugar a algo mucho más profundo, más reflexivo. El valor de La vegetariana está en muchos aspectos, pero quizás el más impactante, el más explícito sea la genial construcción psicológica que Han Kang hace sobre Yeonghye, la protagonista.

La novela es original desde todo punto de vista. Por un lado, está estructurada en tres partes. Esto no es, evidentemente, lo que la hace innovadora, sino que en lo que realmente hay que indagar es en el contenido de esas tres partes. En la primera leemos el relato de Yeonghye, desde su perspectiva y cómo es que su modo de vida cambió tan abrupta y tajantemente. En la segunda el punto de vista cambia y estamos ante la visión del cuñado de ella. Finalmente, en la tercera, seguimos los pasos de la (ex) esposa de éste, y por ende hermana de Yeonghye. Así, la novela se va articulando a partir de tres puntos de vista distintos, lo que la hace abarcar una mayor cantidad de perspectivas ante un determinado hecho. Y ese determinado hecho es, en efecto, la psicología de Yeonghye. Si en la primera parte veíamos su personalidad en primera persona (no teniendo en cuenta la forma en que está escrita, sino en cómo se encaraba la narración, es decir, desde qué ángulo se transmitían las situaciones) en las dos restantes conocemos otros aspectos de la misma a partir de dos relatos que se construyen desde la perspectiva de estos otros personajes: el cuñado y la hermana. Pero lo interesante de esto, entonces, es que nunca se abandona la parte central de la novela, que como ya dijimos es la transformación de Yeonghye. Se abarca desde distintos ángulos, pero nunca dejando de lado el eje. Eso convierte a la narración en una que contempla más perspectivas, más maneras de interpretar una situación en particular; por ende, el relato se constituye como uno complejo, más interesante para analizar este aspecto tan importante, que tiene que ver con cómo la propia protagonista va cambiando su forma de ser.

Por otro lado, hay un segundo factor que para mí define la completa originalidad de La vegetariana. La novela de Han Kang es una novela de detalles. En cada una de las tres partes que componen el libro hay, por lo menos, una escena para el recuerdo. Escenas que sobresalen no solo por la parte impactante que evidentemente contienen, sino porque en ocasiones también tienen un vuelo poético muy interesante. Es este detalle poético, esa altura con la que la autora narra. Esto no significa que todo lo demás no valga, sino que es como si las otras situaciones que se suceden complementaran estas escenas tan impactantes y tan intensas que aparecen en cada parte. Y esa función de complementariedad, claro está, no es relleno. Por el contrario, cada cosa que pasa en La vegetariana tiene su razón de ser; y no es una razón de ser vaga, sin un sentido fuerte y completo, todo lo contrario; todo aquello que Han Kang nos relata en esta novela contribuye a desarrollar lo que en el libro es fundamental y esencial: la mentalidad de la protagonista. Así, cuando uno termina La vegetariana es capaz de reconocer que ha leído un libro con un personaje principal muy bien construido, así como también lo están los personajes secundarios que ayudan a construir y a modelar, finalmente, la psicología de Yeonghye.

Han Kang tiene una prosa que podríamos identificar como sencilla, amena, pero a la vez muy poética. Esto además se ve reforzado por la calidad de las imágenes que crea, por cómo nos hace llegar todo lo que los personajes, ya sean principales o secundarios, están sintiendo. Esta capacidad que tiene la autora de construir escenas que pueden impactar en nuestra mente y que quedan en ella luego de haber terminado el libro es otro de los factores que hacen de esta una novela excelente, una gran obra. Esta cuestión de las imágenes es ampliamente sensorial; no solo las vemos en nuestra mente, sino que también las sentimos, las podemos recordar y eso hace que en nuestra propia cabeza haya una repercusión. Una repercusión que da cuenta de la habilidad que tiene la autora para, por un lado, crear esas imágenes solo con el uso de la palabra y, por el otro, que efectivamente estas imágenes se mantengan con el tiempo. Eso lo consigue, como lo hacen los grandes autores de la literatura con nada más ni nada menos que una sucesión de letras, palabras y signos de puntuación que, en su totalidad, son capaces de construir en nosotros efectos de sentido muy fuertes, muy intensos y que, además, contienen una grandísima cuota poética. De esta forma, el hecho del repentino vegetarianismo de la protagonista adquiere un papel, podríamos decir, un tanto secundario. O quizás no sea completamente así; quizás la razón de todo está ahí, pero el camino que toma la novela, los giros de trama que decide dar no nos hacen interpretar ese cambio en su manera de vivir como algo tan sustancial.

La novela efectivamente se inicia con esta situación, y es lo que en definitiva empieza con la transformación de Yeonghye. Pero a medida que vamos avanzando con la lectura vemos que el desarrollo de la misma indaga mucho más profundamente en la psicología de ella sin interesarse, necesariamente, por este hecho en particular. La historia versa sobre cómo la protagonista cambia radicalmente su forma de vida. Y esto, claro está, no tiene que ver con comer o no comer carne. Tiene que ver con una transformación completamente esencial. Tiene que ver con cómo la Yeonghye que conocimos en las primeras páginas en nada se parece con la Yeonghye de las últimas. Con ese evidente cambio que se percibe que va a ocurrir ya desde el principio de la novela, pero que luego, con el correr de las páginas, va acrecentándose y volviéndose mucho más complejo.

La vegetariana toca temas difíciles, que tienen que ver no solo con la cuestión de la dicotomía entre el sí o el no al consumo de carne. Trata otros temas como la relación con el cuerpo y cómo esta se manifiesta en los vínculos que entablamos con los demás. Este libro es profundamente humano, en el sentido de que todo lo que ocurre (más allá de que lo que inicia la historia es individual, es decir, el cambio en la forma de comer de la protagonista) manifiesta algún tipo de impacto, modificación, cambio o incluso ruptura en los vínculos que se establecen en las relaciones humanas. En la segunda parte, “La mancha mongólica” (otra cosa a destacar: los títulos de cada parte son geniales y mucho tienen que ver con cómo se van desarrollando cada una de ellas), la historia se torna mucho más sexual. Casi todo, por no decir todo a secas, lo que en estas páginas ocurre tiene que ver con el sexo, con las relaciones que se establecen con los otros a partir del cuerpo. Hay escenas que son memorables no por lo erótico o por lo explícito, sino por la forma en que la autora decide contarlas. Hay también un componente artístico en esta parte de la historia que Han Kang logra complementarlo con esta cuestión sexual de manera excelente, haciendo que cada página, cada escena tenga un valor poético increíble.

Haber leído La vegetariana ha sido una gran experiencia, desde todo punto de vista. En el inicio se vislumbra una novela que será distinta, sin parecerse mucho a otras que uno podría haber leído ya. Esta sensación inicial se acrecenta luego, cuando vemos que con el correr de la historia el libro se torna mucho más complejo, más profundo, con un contenido psicológico muy interesante no solo para analizarlo en términos de esta historia en particular, sino también para extrapolarlo a cuestiones que atañen a los humanos en general. La vegetariana se constituye como una novela en la que conviven dos cuestiones que en un principio podrían parecer difíciles de mezclar: la poesía y la crudeza, lo explícito y lo sublime. Sin embargo, con el avance de la misma uno se da cuenta de que esto no se torna tan complejo si se tiene la calidad narrativa de Han Kang, como también su capacidad para construir personajes, ambientaciones e imágenes que trascienden el papel y pueden llegar a los lectores sin que nada medie entre ellos.

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