Ficha técnica
- Título: Ciudad revientacráneos
- Autor/a: Jeremy Robert Johnson
- N° de páginas: 340
- Editorial: OrcinyPress
- Año: 2016
S. P. Doyle es un empleado bancario que se ha pasado su vida sentado en
su escritorio de oficina ejecutando hipotecas y haciendo todo tipo de maniobras
financieras un tanto dudosas; hasta que un día se harta y decide empezar a
investigar al banco para buscar la forma de incriminarlo. Su misión lo llevará
por todos los rincones de la ciudad revientacráneos, que está siendo invadida
por una cantidad de criaturas que gustan de romperle la cabeza a la gente y
comerle el cerebro.
En una segunda parte, la narración cambia el enfoque. Ya no es solo Doyle el que habla o el que, por lo menos, tiene protagonismo en la historia. Van apareciendo más personajes que dan lugar a que sucedan otras cosas, y que la trama vaya teniendo nuevas cuestiones que resolver, o por lo menos intentarlo. En este tramo de la novela se ve mayormente la construcción del mundo exterior. Y esto es, básicamente, gracias a que efectivamente Doyle sale de su cuarto y empieza a recorrer ese mundo, lleno de traficantes de droga, científicos maniáticos, cámaras de seguridad y drones de vigilancia y, como no podía ser de otra manera, las estrellas de esta historia: los mencionados revientacráneos. Si bien uno podría pensar que en este período del libro la narración se haría más dinámica por la gran cuota de acción que incorpora, lo cierto es que desde mi punto de vista esta segunda mitad decayó con respecto a la primera. No por el hecho de que lo que contara no fuera interesante o no fuera funcional a la trama, sino porque se trabaja mucho más sobre una de esas características propias del género del bizarro: esa explosión de situaciones muchas veces inconexas, sin una aparente lógica. Esto no quita que la lectura, a fin de cuentas, sí tiene su sentido interno. Ese sentido que solo es posible dentro de las reglas del mundo que plantea, y que solo se entiende y se puede procesar teniendo en cuenta el tipo de lectura que estamos transitando. Sin embargo, también es una realidad el hecho de que en varios pasajes me costó seguir el hilo de la narración, a tal punto de no saber bien qué estaba ocurriendo o por qué razón.
- Título: Ciudad revientacráneos
- Autor/a: Jeremy Robert Johnson
- N° de páginas: 340
- Editorial: OrcinyPress
- Año: 2016

Ciudad revientacráneos no tiene nada que ver con lo que leo habitualmente, por lo que varias
cuestiones de su estructura tanto narrativa como argumental me llamaron la
atención ya desde un inicio. La novela arranca presentando un mundo que
podríamos clasificar, paradójicamente, como inclasificable. Por un lado,
tenemos aspectos más bien realistas y muy actuales (bancos, burbuja financiera,
servicios inmobiliarios, shows de TV, drogas, etc.), pero por otra parte, el
autor también incorpora muchos otros elementos que están bien alejados de
nuestra cotidianeidad. Tal es el caso de estos extraños monstruos conocidos
como los revientacráneos que, como su nombre lo indica, rompen la cabeza
de las personas y comen su cerebro. En ese sentido hay una mezcla total y
desenfrenada de géneros y aspectos argumentales que hacen de Ciudad
revientacráneos (y del bizarro en general, como se está empezando a llamar
a este tipo de literatura) una historia difícil de clasificar.
Al final de esta edición a cargo de OrcinyPress (que ya ha incursionado
en otros textos bizarros como Fantasma o La casa de las arenas
movedizas) hay una suerte de glosario o explicación sobre qué es el
bizarro. Una primera tentativa de respuesta plantea que es “el género de lo
extraño”. Ciudad revientacráneos es una fiel representación de eso. Esta
es una novela completamente explosiva. Todo el tiempo están pasando cosas, sin
que aparentemente haya una lógica entre ellas o tengan, como mínimo, una
coherencia interna que permita encadenarlas. Pero es interesante ver que cuando
el libro termina, la sensación que queda es una combinación entre sorpresa o
extrañeza por lo que acaba de leer, por un lado, y también el sentimiento de
que acaba de finalizar la lectura de un texto que en su mundo, en su contexto,
dentro de sus reglas internas, sí tiene sentido. Así se plantea, y también se
desarrolla, Ciudad revientacráneos: como una explosión constante de
sucesos, hechos, reflexiones, pensamientos, sueños, acción y violencia.
Todo esto es un combo explosivo que puede generar, en muchas ocasiones,
que el hilo de la narración se pierda, o que a uno le resulte complejo seguir a
la perfección la cadena de hechos que se van sucediendo. Más allá de que la
novela en general da la sensación de haber cerrado bien, sí es cierto que en
varios pasajes del texto el argumento parece bastante inconexo. Pero sin
embargo, también pienso que uno de los puntos del género es trabajar sobre este
tipo de cuestiones. Eso es, justamente, lo que hace que el bizarro sea “el
género de lo extraño”: de lo raro, de lo que no tiene tanto asidero con la
realidad o de aquello que, en última instancia, sacude al lector por la extrañeza
que genera, por la sorpresa y, muchas veces también, por la incomprensión.
Jeremy Robert Johnson juega mucho con los cambios de voz o de registro
narrativo. Si bien la mayor parte de la novela está relatada por la primera
persona del protagonista (Doyle) a lo largo del relato hay modificaciones con
respecto a este tema. En ocasiones el autor utiliza la segunda persona,
mientras que en otras recurre a diálogos bastante surrealistas y ligados a lo
onírico. Uno no sabe si lo que está leyendo está realmente pasando o es parte
de la imaginación del personaje. Tampoco es que esto importe demasiado, porque
considero que parte de la esencia del género es esa, que la constante
incorporación de elementos a la trama genere sorpresa en el lector.
También abundan las reflexiones o las descripciones completamente
alocadas (y muy probablemente distorsionadas por la hexadrina, la droga que
consume el protagonista) de la realidad que viven los personajes del libro.
Pero claro, tampoco es que las descripciones que éstos hacen sean tan
diferentes a lo que realmente viven. Porque ese mundo en que están es así como
se lo concibe: extraño, desenfrenado, impredecible, problemático, violento.
La primera parte del texto fue la que más me gustó. A través de la
conciencia y de los ojos del protagonista nos enteramos de la situación en la
que vive. Después de cansarse de hacer todo lo que el banco le pedía, es decir,
de manejarse sospechosamente en el mundo financiero e inmobiliario, Doyle
decide empezar a indagar en lo más profundo de la identidad del banco para
incriminarlo. Su incondicional compañera será la hexadrina, y su adicción se
verá completamente amplificada por la situación en la que el protagonista está
inmerso. Necesita de ella por cuestiones prácticas: quedarse despierto, no
dormir, estar completamente abocado a eso que lo obsesiona: descubrir el
entramado secreto que habita en lo más profundo del sistema bancario del que,
aunque no quiera, es (o fue) parte. En su camino se encontrará con todo tipo de
conspiraciones, tráfico de intereses y mucha, mucha violencia. En esa parte
inicial que menciono, que sería aproximadamente el primer tercio o la mitad del
libro, todo esto está a flor de piel. Lo que describe Doyle sobre el mundo que
lo rodea hace que la lectura se vuelva mucho más dinámica y muy entretenida.
En una segunda parte, la narración cambia el enfoque. Ya no es solo Doyle el que habla o el que, por lo menos, tiene protagonismo en la historia. Van apareciendo más personajes que dan lugar a que sucedan otras cosas, y que la trama vaya teniendo nuevas cuestiones que resolver, o por lo menos intentarlo. En este tramo de la novela se ve mayormente la construcción del mundo exterior. Y esto es, básicamente, gracias a que efectivamente Doyle sale de su cuarto y empieza a recorrer ese mundo, lleno de traficantes de droga, científicos maniáticos, cámaras de seguridad y drones de vigilancia y, como no podía ser de otra manera, las estrellas de esta historia: los mencionados revientacráneos. Si bien uno podría pensar que en este período del libro la narración se haría más dinámica por la gran cuota de acción que incorpora, lo cierto es que desde mi punto de vista esta segunda mitad decayó con respecto a la primera. No por el hecho de que lo que contara no fuera interesante o no fuera funcional a la trama, sino porque se trabaja mucho más sobre una de esas características propias del género del bizarro: esa explosión de situaciones muchas veces inconexas, sin una aparente lógica. Esto no quita que la lectura, a fin de cuentas, sí tiene su sentido interno. Ese sentido que solo es posible dentro de las reglas del mundo que plantea, y que solo se entiende y se puede procesar teniendo en cuenta el tipo de lectura que estamos transitando. Sin embargo, también es una realidad el hecho de que en varios pasajes me costó seguir el hilo de la narración, a tal punto de no saber bien qué estaba ocurriendo o por qué razón.
En esta segunda final también se ve un mayor desarrollo en torno al
protagonista. Si en las primeras doscientas páginas veíamos a un Doyle mucho
más inmaduro, bastante incoherente en cuanto a su reclamo y a su intento de
sacar a la luz todas las maniobras financieras del banco, y esto acrecentado
por la locura y el desenfreno que genera el consumo de hexadrina, en una
segunda parte vemos a un Doyle (un poco) más maduro, con algo más de mesura a
la hora de actuar o de decidir qué sería lo mejor en determinada situación.
Claro que el entorno no se lo permite tanto; no veremos una transformación
radical del personaje, no va a dar un giro de ciento ochenta grados, y esto no
es más que por el mismo hecho de que el entorno no cambia. Es solo que
ahora se lo conoce un poco más y, por ende, es posible sobrevivir a él
aunque sea un poco más fácilmente.
Ciudad revientacráneos es una novela muy distinta a cualquier otra que haya leído antes, y por
eso en cierto punto es difícil de clasificar. Género de lo extraño o como se lo
quiera llamar, el bizarro en este libro está presente en todo momento, desde la
construcción de los personajes hasta el desarrollo de la trama. En algunos
puntos se vuelve inconexa y es difícil seguir a la perfección el hilo de la
narración, y quizás esto se vea acrecentado por el hecho de que esta es mi
primera incursión en este “nuevo” género que empezó a circular. De más está
decir que Ciudad revientacráneos, además de pertenecer al bizarro, es
también una mezcla de muchos otros géneros como el policial, ciencia ficción,
entre otros. J. R. Johnson narra de forma muy amena y, a partir de una prosa
sin pretensiones poéticas o muy “literarias”, logra construir una historia muy
entretenida y sencilla de leer. Para leer algo distinto, pero que tampoco
pienso que sea para todo el público, Ciudad revientacráneos es una buena
opción.
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