"La muerte de Iván Ilich", de León Tolstói

Ficha técnica
- Título:
La muerte de Iván Ilich
- Autor/a: León Tolstói
- N° de páginas: 126
- Editorial: Tomo Clásicos
- Año: 2004 (publicación original: 1886)


La muerte de Ivan Ilich es una de las obras más importantes de Tolstói, como también una de los grandes clásicos de la literatura universal. Escrita a fines del siglo XIX, expone una serie de cuestionamientos hacia la vida, la muerte y cómo nos enfrentamos a  ella cuando inexorablemente nos toca morir.

La muerte de Iván Ilich es una novela corta o cuento largo que, pese a su longitud, permite profundizar sobre varias cuestiones relacionadas a nuestra vida y, más específicamente, a la muerte. En ese sentido, afirmar que Tolstói hace un grandísimo trabajo es decir una obviedad. No por nada esta novela (y también, claro está, el propio autor) se ha convertido no solamente en un símbolo de las letras rusas, sino también de la literatura universal. Expone muchos temas que no tienen respuestas claras. Por supuesto, no pienso que el objetivo de la literatura o de Tolstói en particular sea efectivamente resolver estas cuestiones. Simplemente, porque son temáticas que no tienen una resolución única. Por el contrario, las preguntas que en esta novela se formulan tienen múltiples interpretaciones; en realidad, y desde mi punto de vista, el valor que contiene esta novela se sostiene en dos conceptos: por un lado, el hecho mismo de que el autor haya propuesto estos temas. Es decir, que haya planteado la problemática en cuestión y haya trabajado sobre ésta desde la literatura misma. Por otro lado, entonces, el segundo aspecto por el cual me gustaría destacar La muerte de Iván Ilich es la capacidad del autor para narrar una historia con un contenido tan profundo y que, sin llegar a ser una lectura sumamente dinámica o ligera, se pueda leer con tanta facilidad y con tanto interés. Tolstói consigue, entonces, relatar una historia intensa y psicológicamente profunda con la suficiente destreza como para que el lector no llegue a aburrirse en ningún momento.

La novela cuenta la historia de Iván Ilich, un funcionario burocrático. A lo largo de todo el texto conocemos a la familia del protagonista, así como también su propia personalidad y cómo se desarrolla su cotidianidad. Así, Iván Ilich es un hombre “normal”, rutinario, que cumple con su trabajo y con sus funciones profesionales. Sin embargo, hay algo que va a irrumpir en esa rutinaria vida que lleva: una enfermedad. Una enfermedad que empieza con unos aparentemente inofensivos dolores al costado del pecho, pero que luego se irán acrecentando hasta significar la muerte del protagonista. Esta cuestión es también interesante para analizar: ya desde un principio sabemos cuál será el final del personaje (porque es el propio título el que nos lo dice), pero sin embargo queremos saber cómo se desarrollará la historia. Este es, sin lugar a dudas, uno de los tantos valores que tiene esta obra: cómo logra interesar al lector, a tal punto de que queremos saber cómo seguirá el relato más allá de que ya sepamos lo “central” de la misma. Ahí está el punto clave de La muerte de Iván Ilich: muy probablemente, el hecho de que el protagonista muera no sea exactamente lo más importante de la historia. Evidentemente, hay historia porque Ivan Ilich muere. Pero también hay historia por cómo es que se da esta muerte y, más importante aún, hay relato por cómo se plantea el tema y cómo se va desarrollando. Es decir, cómo el autor decide contar esta sucesión de hechos y, en última instancia, cómo estos temas son tratados en términos literarios. A partir de la literatura, Tolstói elabora un tratado sobre la vida, sobre la muerte y sobre qué relación establecemos con cada uno de estos estados tan determinantes en nuestra existencia. 

El texto narra, en resumen, el avance de la enfermedad en Iván Ilich, y cómo éste va dándose cuenta del (poco) valor que le ha dado a su vida. Es interesante la paradoja que se produce en cuanto a la soledad que aqueja al protagonista cuando efectivamente muere. Durante sus funciones burocráticas, Iván Ilich consigue que mucha gente se reúna a su alrededor. No está solo en ningún momento, y de hecho logra formar una familia. Sin embargo, cuando él muere al final del relato, todo indica que, en realidad, Iván Ilich siempre estuvo solo. Con gente, pero igual sufrió mucho la soledad. En ese sentido, Tolstói analiza cómo es posible que, a pesar de contar con personas que nos acompañen, en última instancia podemos llegar a estar -muy- solos. En este tipo de planteos también surgen otras preguntas, como por el ejemplo cuál es el valor que le damos a la vida: ¿qué sentirá Iván Ilich cuando, a pesar del esfuerzo y la dedicación que ha plasmado en su trabajo, su muerte se dé de manera casi miserable? Ahí está una de las claves del relato, y es que la muerte es algo obviamente ineludible; en muchas ocasiones, también, es difícil darse cuenta del valor que le damos a la vida cuando la estamos viviendo. Probablemente, solo lo sepamos cuando estemos a punto de morir y, en el repaso que hagamos de los que nos tocó vivir, veamos que en realidad no hemos disfrutado, no hemos valorado verdaderamente. O, también, que hemos desperdiciado nuestra vida con ambiciones sin mucho sentido. En definitiva, ¿hemos vivido como deberíamos, como nos habría gustado? ¿O solo como pudimos, como nos tocó? En este punto, también es posible vislumbrar una crítica del autor hacia la sociedad burguesa rusa, y cómo esta va consumiendo, casi sin que nos demos cuenta, lo que pensamos que es una vida disfrutable; cómo la rutina nos consume, cómo nos van limitando solamente a eso, a la rutina. Y solo nos enteramos cuando todo está a punto de terminar.

La muerte de Iván Ilich es una lectura muy interesante no solamente para conocer un poco más de los autores clásicos como Tolstói, sino también para saber cómo cuestiones existenciales como la vida y la muerte pueden plasmarse en los libros, en la literatura en general. Una novela que se torna cada vez más interesante, por las temáticas filosóficas y psicológicas que plantea, además de que el estilo del autor, más allá de no ser para nada ligero, consigue que el lector se interese en lo que está leyendo y quiera llegar al final, a pesar de que ya sabemos cuál será el destino del protagonista.

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