Ficha técnica
- Título: Nación vacuna- Autor/a: Fernanda García Lao- N° de páginas: 196- Editorial: Emecé
- Título: Nación vacuna- Autor/a: Fernanda García Lao- N° de páginas: 196- Editorial: Emecé
- Año: 2017

La pregunta que en principio surge en la literatura de ucronía o ficción
especulativa es, para resumir, ¿qué hubiera pasado si...? Tal es el caso de
novelas como El hombre en el castillo, de Philip Dick, que plantea un
universo en que Alemania, Japón e Italia ganaron la Segunda Guerra Mundial.
Pero en el caso de Nación Vacuna la cuestión es un poco diferente. En
primer lugar, porque la novela es bien argentina. Pienso que seguramente se
podrá disfrutar más de ella si se ha nacido en el país y se tiene el conocimiento
de lo que esta guerra significó para la idiosincrasia nacional. Todo lo que
vino después de la derrota en Malvinas fue un gran condicionamiento para la
política del país y, por ende, para la sociedad en general.
En segundo lugar, la novela de García Lao no plantea una visión integral
de la sociedad argentina en esa ficción especulativa, sino que se centra en
mostrarnos cómo se está llevando a cabo esta situación desde la perspectiva de
un funcionario del gobierno, Jacinto Cifuentes. A partir de su punto de vista,
narrado en primera persona, empezamos a saber mejor cuáles son los objetivos de
los gobernantes y cómo son las circunstancias que está atravesando el país.
Luego de ganar la guerra los invasores contaminaron las aguas, por lo que los hombres
que allí quedaron se infectaron. Entonces, el objetivo de la Junta gobernante
es enviar a las Islas mujeres aptas (y vacunadas) para que, luego de
embarazarse de dichos hombres, puedan parir hijos sanos y así empezar a poblar
el archipiélago. En ese proceso se ubica nuestro narrador, que se encarga de
hacer unos tests para definir si esas mujeres son adecuadas o no.
Para empezar a hablar de este libro quizás un buen punto de partida sea
destacar el hecho de que es una obra que se lee en muy poco tiempo. Sin lugar a
dudas, Nación vacuna es una novela muy entretenida. Lo cierto es que la
autora tiene la capacidad para interesar al lector constantemente. La historia
en ningún momento es explicativa en el sentido de aburrir con descripciones
innecesarias. En novelas como las ucronías o pertenecientes a aquel género
conocido como “ficción especulativa” es casi una tentación dejar todo en claro.
Una forma, entonces, podría ser a partir de la incorporación de descripciones
extensas que permitan clarificar cuál es la situación de la sociedad que se
está retratando. Hay que tener en cuenta que narrar una versión diferente a la
que la realidad estableció no es una tarea sencilla, teniendo en cuenta que en
ese caso estaríamos contradiciendo lo que realmente pasó. Sin embargo,
Fernanda García Lao toma una decisión que yo considero muy acertada con
respecto a este tema. No hay, en ningún momento, períodos extensos de
descripciones. Por el contrario, la narración se va clarificando a través de sí
misma, por así decirlo. Con esto me refiero a que son los propios hechos
que se narran los que nos van ordenando las ideas. Es por eso que, más allá de
que la lectura se hace sumamente vertiginosa y es complejo parar de leer,
también es necesario que los lectores estemos atentos para no perdernos de
detalles que son importantes para situarnos en aquella sociedad que estamos
presenciando. Es interesante que, evitando hacer explicaciones que podrían
tornarse pesadas, la autora de todas maneras es capaz de delinear muy bien la naturaleza
de esa realidad que está retratando. A pesar de que no nos hable de toda la
sociedad, porque se centra más que nada en la mirada de Cifuentes, sí va
incorporando un montón de cuestiones que, sin hablar directamente de la
sociedad en su conjunto, nos permiten de igual forma dilucidar cómo es que ésta
piensa. Así, temas como el cuerpo, la carne, el sexo y el valor de la patria
son centrales en la construcción de la trama, y permiten ir desarrollando la
mentalidad de esa Nación sin que la narración se abstraiga y tenga una mirada
integral. Es decir: la novela no necesita estar relatada por una tercera
persona omnipresente y omnisciente que todo lo vea y todo lo sepa para
transmitirnos lo que esa población piensa. Ya es suficiente con la mirada propia
del narrador.
García Lao tiene un estilo narrativo que alienta a que uno siga leyendo,
casi sin poder parar en ningún momento. La novela se estructura a partir de
párrafos en su mayoría cortos, concretos y en general bastante crudos, más que
nada por las cosas que se narran. A su vez, las frases que componen estos
párrafos tampoco son largas; más bien, son cortantes y directas. Es que el
mismo argumento de la novela también se estructura a partir de hechos de esta
naturaleza. Son situaciones punzantes, marcadas por un ritmo vertiginoso y que
no permite que uno deje la lectura. La novela se torna adictiva, no solo por la
prosa de la autora sino también porque el lector quiere saber constantemente
qué ocurrirá. Además, como García Lao no opta por explicarnos todo al pie de la
letra ni darnos toda la información, la única herramienta que tenemos para
entender qué es lo que está pasando, y cómo es que funcionan las cosas en esta
sociedad (hasta cierto punto) alternativa, es leer, leer y no parar de leer. Es
por eso que la novela se termina tan rápido, y uno la disfruta como pocas. El
ritmo de la historia es rápido, ágil, y así también lo es el desarrollo de las
acciones que la componen. El único respiro que nos da es la interrupción de los
capítulos, y así y todo uno quiere seguir. Es una novela increíblemente
atrapante, que no deja que el lector suelte el libro de ninguna manera. De
hecho, nunca baja el ritmo, y eso es un punto muy a favor. En realidad, la
misma va subiendo en intensidad.
Al principio, cuando recién se nos introducen los personajes y las
reglas de la sociedad que retrata la historia, uno no logra darse cuenta de a
qué apunta o cómo es que la ésta se estructura. No sabe muy bien qué la
sostiene, ni tampoco a qué se debe la incorporación de ciertos conceptos,
relacionados puramente al argumento, que se van mencionando con el correr de
las páginas. Pero es el mismo hecho de no entender el que nos impulsa a seguir,
para tratar de comprender qué es lo que de verdad está ocurriendo. De más está
decir que la autora agrega a la trama algunas ideas que en un principio son
quizás un tanto incomprensibles, pero a medida que avanza la narración uno
empieza a entender un poco más su funcionamiento; y esto, sin lugar a dudas,
también genera que uno quiera seguir leyendo. Ahora que cada vez se puede
seguir más el ritmo de lectura, es evidente que la historia se va tornando aún
más entretenida, más atrapante.
Nación vacuna plantea algunas cuestiones interesantes para analizar que tienen que
ver, más que nada, con el cuerpo. En esta realidad alternativa que plantea,
luego de ganar la Guerra de Malvinas algunos hombres quedan en las Islas, y el
objetivo de la Junta que gobierna es llevar mujeres aptas para que queden
embarazadas y así empezar a poblar el archipiélago. En ese sentido, se plantean
temáticas que tienen que ver con la valoración del cuerpo y, más
específicamente, también con el valor que le damos al cuerpo de la mujer. En
este caso, el gobierno preselecciona mujeres para ver si son aptas para reproducirse
y parir hijos sanos en las Islas. Esto lo sabemos porque nuestro narrador es un
funcionario burocrático, y está presente en el desarrollo de esta selección.
Además, también se ponen en juego acciones más crudas que, como tales, no son
“sabidas” por toda la población. Cuando comienza el Proyecto Vacuna (el que
tiene como objetivo la reproducción de estas mujeres con los hombres de las
Islas) la Junta pone en práctica una innovadora forma de contener todas
las proteínas de la carne en una cápsula. Pero claro, distinta será la cuestión
si se sabe realmente de dónde sale esa carne. La revelación, para
Jacinto, se da casi de casualidad. En realidad nunca se lo devela
concretamente, pero hay ciertos indicios que ayudan a que uno pueda dilucidar
la procedencia de la materia prima que se utiliza para esas cápsulas. Y, como
no podía ser de otra manera, esa procedencia es violenta, tremendamente brutal.
En ese sentido, a lo largo de todo el libro la autora narra situaciones
de una profunda violencia, tanto psicológica como física. También es violenta
la situación en que Cifuentes, vegetariano, solo recibe una mísera ensalada de
berro cuando sus familiares disfrutan de un buen cordero asado. En todas las
acciones relatadas en Nación vacuna hay violencia. La autora, no
obstante, tiene la capacidad de, por un lado, inmunizarnos en el sentido
de que seguimos leyendo sin que aparentemente nada estuviera pasando. Pero por
el otro lado, y a pesar de ésto, también somo capaces de, por momentos,
detenernos a pensar qué es lo que realmente está pasando, y el grado de
violencia que estas situaciones contienen. Esta significancia doble que
podríamos identificar en el estilo narrativo de García Lao es muy interesante
para analizar, y también considero que es uno de los logros que tiene tanto
ella como autora como también la novela en sí.
Nación vacuna es un libro que me sorprendió de forma muy grata, y que me significó un momento de lectura altamente disfrutable. A partir de una narración ágil y muy amena, a pesar de contar cosas también crudas y densas, Fernanda García Lao ha escrito una historia original, que incursiona en un género no tan explotado por la literatura argentina. El resultado final es realmente muy bueno. Una historia que se lee en nada por el gran interés que genera la trama y por la capacidad de la autora de transportar al lector a esa realidad alternativa que el argumento plantea.
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