Ficha técnica
- Título: Solaris
- Autor/a: Stanislaw Lem
- N° de páginas: 292
- Editorial: Impedimenta
- Año: 2011 (publicación original: 1961)

- Título: Solaris
- Autor/a: Stanislaw Lem
- N° de páginas: 292
- Editorial: Impedimenta
- Año: 2011 (publicación original: 1961)

Kris Kelvin, psicólogo terrestre, viaje a Solaris, un planeta del
espacio exterior, para intentar analizar algunas cuestiones extrañas que se
estuvieron dando en aquel planeta. Allí no solo se encontrará con visitantes
inesperados, sino que también hará un viaje de introspección para indagar en
las cuestiones más esenciales que lo forman como persona. Las circunstancias
vividas lo harán replantearse una gran cantidad de temas que, aunque no fuera
consciente de ello, estuvieron rondando su mente desde hace mucho tiempo.
Solaris es, sin lugar a dudas, uno de los grandes clásicos con los que cuenta el
género de ciencia ficción. Publicada originalmente en 1961, aún seguimos
hablando de esta novela como un clásico de culto, y un libro casi podríamos
decir indispensable para entender la ciencia ficción y, profundizando un poco
más, para entender las capacidades (e incapacidades) del ser humano a la hora
de comunicarse no solo con los otros, sino también con uno mismo.
La novela de Lem no es una que destaque por la acción que se va desarrollando
a medida que pasan las páginas. Lo cierto es que no ocurre demasiado, y de
hecho son pocos los hechos que podríamos apuntar si hiciéramos un resumen de la
trama. Pero esta característica del texto no lo hace, de ninguna manera, peor.
Es solamente un aspecto del mismo, que dentro de lo que es la novela en sí no
le afecta en nada al valor que uno le podría llegar a encontrar. Que Solaris
carezca de tanta acción no le quita méritos, sino que por otra parte le
permite adentrarse en otros temas y poder desarrollar de otra manera a sus
personajes.
La acción, en Solaris, es entonces la acción del lenguaje.
Stanislaw Lem tiene un modo muy particular de narrar. El autor cuenta con una
prosa muy, muy estilizada, muy elegante, que por momentos no parece tan cercana
a la narrativa que habitualmente podríamos apreciar dentro del género. Con este
concepto no desmerezco a la ciencia ficción (de hecho, dentro de la literatura
es de lo que me gusta y disfruto leer, por varias cuestiones), sino que
considero que en varias ocasiones apunta a desarrollar otras temáticas que no
necesariamente tienen que ver tanto con la perspectiva formal de la narración.
En ese sentido, y teniendo en cuenta todas las variantes dentro del género,
quizás los escritores opten por profundizar en la construcción de los
universos, en la parte más científica de los hechos que ocurren o, también, en
la acción propiamente dicha con la que contaría el argumento.
La acción del lenguaje en este libro está definida por
varias cuestiones. Por un lado, por cómo narra Lem. Tiene un estilo muy
poético, que en ocasiones se torna un poco complejo de entender y, por otra
parte, también por el hecho de que el autor inventa palabras, como en el caso
de “simetriada”, que se utiliza para describir uno de los tantos fenómenos
dentro del planeta. Más allá de esto, Solaris puede entenderse de varias
formas. Uno puede leer la novela como un texto representativo y clásico del
género. Así, prestará más atención a la construcción del mundo, las
descripciones del planeta y todos los hechos más ligados al género que
obviamente contiene la novela. De esa forma, con seguridad el lector se sentirá
más atraído con los tramos en los que se hacen descripciones minuciosas del
mundo en el que transcurre la historia. También, el lector puede adentrarse en
el libro desde otra perspectiva, que no tiene que ver únicamente con la lectura
de género, por así decirlo. Uno lee Solaris como una novela que habla
sobre las personas, sobre la manera en que se relacionan y en cómo muchas veces
son incapaces de hacerlo.
En ese punto entra en juego el vínculo entre Kelvin y Harey, la “falsa”
Harey. Resulta que una de las hipótesis con las que comienza la novela afirma
que las aguas que casi enteramente cubren el planeta tienen inteligencia.
Pueden ver a los personajes y, en cierto sentido, entenderlos o, como
mínimo, enviarles algo así como un mensaje. Los analizan, los escrutan, los
piensan. Kelvin es solicitado en Solaris por unos extraños comportamientos de
los tripulantes de la estación de observación en el planeta, y en su estadía
allí descubre unas presencias fuera de lo común. Ese mensaje que mencionaba
antes estaría dado entonces por estos visitantes, que responden al
subconsciente del personaje. Es por eso que a quien ve Kelvin es a su mujer
fallecida hace mucho tiempo (suicidio), pero sin que ella parezca recordar algo
de lo que sucedió. Tan arraigada tiene su presencia, que a pesar de algunos
intentos iniciales de Kelvin para “deshacerse” de ella, es el transcurso de la
historia y la permanencia de ella como “fantasma” los hechos que le demuestran
a él que no puede que de ninguna manera podrá evitarla.
En ese sentido, la novela también pone en juego las relaciones humanas
y, más que nada, el poder y también la incapacidad de comunicarnos con los
otros. Lo más explícito sería, en este caso, la dificultad que tienen los
personajes para comunicarse con Solaris, con ese océano que parece ser
inteligente. Pero a su vez, el libro pone de manifiesto sus intentos, muchas
veces infructuosos, de relacionarse con ellos mismos. Todo lo que le va
ocurriendo a Kelvin en el transcurso de la historia es una excusa para, en
realidad, desarrollarlo a él y a su personalidad. Es decir que, en realidad,
aquello que vemos que le va pasando es una manera de demostrarnos cómo es
Kelvin, y cómo es que logra (o no) sobrellevar las situaciones que enfrenta
constantemente. A partir de lo que le ocurre tenemos la posibilidad de
entenderlo, de saber cómo piensa y cómo está sumido en las contradicciones de su
propia psicología y de su propia mente.
Pese a que por momentos la novela se torna un poco pesada, porque el
autor también se encarga de describirnos a la perfección las características
del planeta, Solaris es un texto interesantísimo. En primer lugar, por
la originalidad de la trama y por cómo Lem va construyendo un universo
impresionante, lleno de imágenes de un altísimo poder poético. En segundo
lugar, por la manera que tiene el autor de introducir temas filosóficamente
intensos, que logra desarrollar de una forma envidiable. Más allá de que haya
tramos quizás demasiado descriptivos, lo cierto es que esas etapas se
amortiguan con la gran cantidad de temas interesantes para analizar con los que
cuenta esta novela. Solaris es un libro que por momentos puede costar,
porque el estilo de Lem no es sencillo, pero sin lugar a dudas es una obra que
se disfruta y, finalmente, permite ver que Stanislaw Lem es un autor capaz de
transmitir con palabras (siempre las correctas) un cúmulo de sensaciones,
pensamientos y reflexiones pocas veces vista.
Comentarios
Publicar un comentario