Ficha técnica
- Título: Los mantras modernos
- Autor/a: Martín Felipe Castagnet
- N° de páginas: 208
- Editorial: Sigilo
- Año: 2017
- Autor/a: Martín Felipe Castagnet
- N° de páginas: 208
- Editorial: Sigilo
- Año: 2017
Los mantras modernos nos
sitúa en un mundo en el que uno es capaz de “desaparecer” voluntariamente de la
vida cotidiana, gracias a los avances en las tecnologías, internet y la
comunicación.
Ni bien terminé Los cuerpos del verano, el anterior
libro de este autor, publicado en 2012, me di cuenta de que Castagnet escribe
distinto. No solamente teniendo en
cuenta la forma que tiene de narrar, sino también por la naturaleza de los
temas que sus historias abarcan. En este caso vuelve a apostar por la ciencia
ficción y, desde mi punto de vista, presenta una clara mejoría con respecto a
su primera novela. Desde un primer momento, uno puede figurarse que tanto esta
como Los cuerpos del verano son
novelas distintas desde todo punto de vista; más que nada porque plantean
cuestiones relacionadas a la ciencia ficción más “convencional”, por así
decirlo, pero de manera innovadora, lo que hace que la obra de Castagnet sobresalga
por sobre otras del mismo género. En estos últimos tiempos la ciencia ficción
ha empezado a abrirse camino en la nueva literatura argentina, y casos como
estos son para destacar.
En la novela publicada en 2012
Castagnet nos mostraba una realidad en la que las personas podían optar por,
luego de morir, reencarnar en otro cuerpo. Su esencia quedaba alojada en la
web, pero uno tenía la posibilidad de seguir viviendo corpóreamente en un
cuerpo aleatorio. En Los mantras modernos
el autor vuelve a plantearnos otro mundo alternativo, en el que uno es
capaz de, si así lo desea, “desaparecer”, volverse invisible. Pero, al mismo
tiempo, con el riesgo de que algo falle y uno se disuelva completamente. Si
esto ocurre, uno queda destinado a vivir en la “fosforescencia”, una especie de
realidad paralela en la que los objetos emanan algo así como un ectoplasma.
Castagnet llama a esto “vida exótica”. Y entre todos estos conceptos tan
extraños a nuestra realidad, se encuentra Maxi, o Masita, un personaje que
busca a su hermano, Rapo, desaparecido, mientras trata de sobrellevar su
separación con Sabrina. En ese sentido, lo primero que me parece interesante
destacar de Los mantras modernos es
la originalidad del autor para desarrollar este mundo. Castagnet inventa una
realidad completamente distinta en relación a los avances tecnológicos –pero
quizás no tanto en cuanto a contenido psicológico–, y aún así es capaz de
transportarnos a ella sin problemas. Por lo menos desde mi perspectiva, el
mundo que crea el autor me interesó desde un primer momento, y durante toda la
novela leía con muchas ganas de seguir conociendo más sobre la imaginación del
autor.
Por otra parte, es poco lo que estrictamente
se nos describe. Es decir, las cosas que suceden, y los nuevos conceptos como
la fosforescencia o la vida exótica no son descriptos como entradas de
diccionario, algo que sí llegaba a ocurrir de alguna forma en Los cuerpos del verano. Si bien es más
fácil entender un término si leemos “Fosforescencia: se denomina a…”, a su vez
es también más interesante tratar de dilucidar el concepto por nosotros mismos,
sin que tengamos que recurrir a ese tipo de descripciones para entender lo que
estamos leyendo. Este es uno de los puntos que constituyen la mejoría de la que
hablaba anteriormente. Castagnet nos sitúa en ese mundo un poco a la deriva, y
deja que leamos para tratar de entrar en él, casi como si fuéramos parte de las
situaciones que se narran. En ese sentido, la experiencia de lectura es más
fructífera, nos permite participar de esa realidad que nos muestra. En la
ciencia ficción dura es más común que haya largas páginas descriptivas en las
que nos cuentan punto por punto cómo está construido el mundo que se está
relatando. En esta novela, por el contrario, las situaciones se van
desarrollando sin estar complementadas con descripciones estrictas. Una
decisión quizás arriesgada, pero desde mi experiencia, acertada.
Una de las innovaciones en
relación a la novela anterior es el uso de la segunda persona en gran parte de
la narración. No está tan explotado en el inicio del libro, pero a medida que
el relato avanza este recurso se hace cada vez más presente. La utilización de
la segunda persona no es algo que se vea mucho en la literatura, así que cuando
aparece en un texto siempre llama la atención. En este caso, si bien no me
molestó en absoluto, tampoco considero que hubiera sido estrictamente necesaria
su utilización. Es decir, desde mi punto de vista no aportó algo sumamente
significativo a la relación texto-lector. Sin embargo, rescato su parte
original, y en consecuencia lo valoro. Siempre me parece interesante que los
escritores apuesten a la incorporación de cosas nuevas, de elementos que no se
vean tanto en la literatura más “corriente”, por llamarlo de alguna manera. En
ese sentido, más allá de que quizás no haya surtido el efecto que yo esperaba,
es decir, que me hiciera sentir aún más cerca de los personajes, como si
efectivamente fuera yo quien estuviera al frente de las situaciones narradas, sí
me pareció ingeniosa su incorporación, y desde esa perspectiva lo considero un
punto a favor.
Otro aspecto que se repite en
esta novela con respecto a la anterior, además de los temas referidos a la
ciencia ficción, es el tema de las familias. Tengo el recuerdo de que con Los cuerpos del verano había tenido que
armar un árbol genealógico con los nombres de los personajes, así no me perdía
durante la lectura. En esta novela, ya teniendo la experiencia previa del texto
anterior y habiendo leído la contratapa, que ya nos avisa que vamos a leer una
historia que involucra a dos familias y varias generaciones, es como si mi
mente se hubiera preparado, tal vez inconscientemente, como para enfrentar esa
situación. Quizás haya sido por eso que no me ocurrió esto de confundirme los
personajes o (y mejor que así sea) tal vez por el hecho de que en esta ocasión
estos estaban mejor delineados, con características propias que los hacían
diferenciarse de los demás, y con esto lograban impedir que uno pudiera llegar
a confundirlos unos con otros.
Castagnet tiene un estilo
narrativo particular, y es interesante verlo dentro de los límites que ofrece
el género de ciencia ficción. Por
momentos resulta vertiginoso, porque tiene un lenguaje bastante coloquial, en
especial en los diálogos, mientras que en otros pasajes tiene un claro tinte
poético; además, el autor describe las situaciones de manera poco convencional,
y a veces me encontraba preguntándome cómo podía ser que se le ocurrieran
determinados pasajes descriptivos. En ese sentido, destaco plenamente su
imaginación, y su evidente capacidad para crear mundos nuevos y personajes que
se muevan dentro de ellos.
Los mantras modernos me ha
parecido una apuesta muy interesante dentro de lo que es el panorama narrativo
actual, y más específicamente en lo que respecta al género de ciencia ficción.
Castagnet elabora una novela altamente
entretenida, con muchos aspectos para analizar con detenimiento, acompañados de
personajes bien construidos dentro de una realidad alternativa muy ingeniosa.
Puntuación final
8/10
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