"Plástico cruel", de José Sbarra

Ficha técnica
- Título:
Plástico cruel
- Autor/a:
José Sbarra
- Año de publicación original:
1992

Plástico cruel narra, en líneas generales, una especie de triángulo amoroso entre Bombón, poeta y prostituta, Axel, un adolescente que viene del campo, y Linda Morris, una chica “bien”. 

A decir verdad, el argumento de Plástico cruel no llama demasiado la atención, o por lo menos no llama mi atención. Sin embargo, habiendo terminado la novela uno puede darse cuenta de que la historia que nos cuenta Sbarra apunta a un poco más que a relatarnos esa situación del triángulo amoroso. En realidad, incorpora varios aspectos a tener en cuenta, que permiten considerar este libro como algo mucho más interesante que lo que podría, en un principio, haber planteado la sinopsis.

La novela se articula a partir de varias voces y, también, de diversas formas de presentar esas voces. Por un lado tenemos a Bombón, “poeta y puta”, como se explicita en el texto, que nos cuenta sus devenires amorosos, más que nada, a través de su diario. Tenemos además apartados cuyo título nos muestra quién está hablando; y esto es, básicamente, porque Plástico cruel consta casi exclusivamente de diálogos. Diálogos en los que no tenemos los clásicos “dijo X personaje”, sino que todo es tan vertiginoso y rápido que el único recurso que tenemos para saber quién está hablando es el título que nos lo indica. Pero al mismo tiempo es interesante ver cómo a partir del desarrollo de la historia uno casi que no necesita que el autor nos explicite quién protagoniza tal o cual diálogo, porque ya con ver la forma en que habla o cómo se expresa podemos dilucidad de quién se trata. Esto es, claramente, porque a lo largo de la historia cada uno de los personajes alcanza una voz, una manera de ser, que los hace fácilmente reconocibles. 
Podríamos decir que, exceptuando contadas ocasiones, casi no nos enfrentamos con descripciones largas, y si las hay, no superan la carilla. La novela cuenta, a su vez, con fragmentos titulados “señales de tránsito”, que más o menos son reflexiones, muchas de ellas con un alto grado poético, a cargo de los personajes (en especial de Bombón). Estructurada de esta manera, sumado esto a que la misma consta de pocas páginas, Plástico cruel es una novela que se torna sumamente entretenida y que puede leerse muy rápido. 

Sbarra tiene un manejo del humor (negro, por cierto) muy interesante. Cada uno de los diálogos está caracterizado, por un lado, por mostrarnos aspectos de la vida que en realidad son muy duros. La novela se desarrolla en un contexto de marginación total por parte de los personajes; pero por el otro lado, el autor recurre a aspectos humorísticos para lograr, de alguna manera, “amortiguar” esas cuestiones y permitir que lectura no resulte tan pesada. No pesada en el sentido de aburrida, porque si algo no es Plástico cruel es aburrida, sino de densa en el sentido de las situaciones complejas que nos va relatando. Pero el hecho de que el humor esté presente durante todo el texto no impide que los personajes reflexionen o se pongan “serios” de vez en cuando. De hecho, pienso que el humor del bueno, ese humor bien hecho, es aquel que detrás de una superficialidad aparente en realidad tiene un contenido totalmente analizable, un contenido del que puede sacarse material sobre el que reflexionar. En el caso de Plástico cruel las situaciones narradas no aceptan cualquier tipo de humor; en un contexto caótico, descontrolado y marginal el único humor que cabe es el negro. Y sin lugar a dudas, el autor logra manejarlo de una manera muy inteligente.

Los personajes de esta novela en cierto sentido parecen estereotipados. Quizás eso se vea más que nada en los tres protagonistas, podríamos decir; no obstante, el correr de la novela va haciendo que tanto Bombón como Axel y Linda vayan desarrollándose y no se queden solamente en esas características iniciales que podrían habernos permitido identificarlos como personajes trillados. Cada uno va teniendo su personalidad, sus formas de pensar, en ocasiones encontradas con las de otros personajes. Tal es el caso de Linda Morris, la típica burguesa de clase media. Axel, de hecho, le pone el sobrenombre Plástico cruel por ser la “mujer plastificada”. Pero justamente el personaje no se queda ahí. Reflexiona, no solo sobre los demás sino también sobre sí misma. Es interesante el tratamiento que Sbarra hace sobre ellos, sobre sus distintas cualidades y formas de ver un mismo hecho. Los secundarios no se quedan atrás. Me encantó la parte detectivesca de la historia, en la que Frula se hace pasar por detective para cobrar un rescate por el supuesto secuestro de Linda Morris por parte de Axel y su banda. En esos diálogos, sobre todo de Frula con el padre de Linda Morris es en donde mejor puede observarse este gran manejo que Sbarra tiene sobre la parte humorística. No tengo dudas de que este factor es lo que más sobresale de la novela. 
Plástico cruel es una historia que puede ser chocante por los temas a los que recurre y por el lenguaje que utiliza. Sin embargo, si uno no le presta atención solamente a esos factores se encuentra con una novela muy interesante, que por lo menos desde mi punto de vista se convierte en una muy original por la manera en que está planteada. Articulada a partir de diálogos y otros fragmentos cortos, Plástico cruel resulta una lectura muy entretenida, muy amena, que puede leerse en poco tiempo y que, además, sorprende por lo bien tratado que está el (amado y odiado en partes iguales) recurso del humor negro.

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