"Dos", de Giselle Aronson

 Ficha técnica
- Título: Dos
- Autor/a: Giselle Aronson
- N° de páginas: 177
- Editorial: Milena Caserola
- Año: 2014


Dos se centra en dos personajes. Por un lado, Carmen, esposa del intendente de su ciudad, Río Calmo y, por el otro, Silvia, portera de un colegio. La novela versa sobre ambas, sobre su cotidianeidad pero también sobre sus problemas no solo con sus maridos, sino también con las reflexiones que tienen sobre ellas mismas y la vida que llevan.

En un principio la novela de Giselle Aronson plantea un argumento bastante sencillo: propone narrarnos un períodos en la vida de dos mujeres que, a pesar de ser vecinas de un mismo pueblo, viven realidades distintas. No se conocen, no son familiares, ni nada por el estilo. Sin embargo, con el correr de la historia se cruzarán, casi de forma fortuita. No es difícil darse cuenta de que si bien no pertenecen ni siquiera a una misma clase social muchas cosas las unen, más que nada aquellas que tienen que ver con cómo se relacionan con los demás y, específicamente, con sus parejas. El caso de Silvia quizás sea más explícito; su marido, Ramón, se emborracha, la insulta, la maltrata. En el caso de Carmen, la violencia no es tan evidente, sino que es más sutil.

Sin lugar a dudas, lo que más me gustó de Dos fue la manera en que la autora retrata las vidas de cada una de estas mujeres, y cómo logra darle forma a esa violencia que está constantemente presente en sus vidas. Más allá de que se manifieste de diversas formas, siempre está. Ninguna de las dos puede escaparse de ella. Además de esta cuestión, también es interesante analizar cómo aparece en el relato el rol de la mujer. En el caso de Carmen, su figura está siendo minimizada todo el tiempo por su marido. En un punto de la historia un colega de Sergio, su esposo, le ofrece la posibilidad de presentarse como concejal del partido al que pertenecen tanto él como Sergio. Durante esa cena, Carmen busca en la mirada de su marido algo que le dé confianza, que la haga pensar que esa oportunidad es de verdad factible. Pero no; Sergio no quita los ojos del plato. Un hecho tan sutil como este, que a priori podría no significar nada, o que podría haber pasado como una distracción por parte de él se convierte en realidad en una de las tantas formas en que se manifiesta lo violento en esa relación.

En el momento en que ella empieza a considerar la posibilidad de efectivamente presentarse como concejal, en el momento en que más necesita la confianza de su marido, ahí es cuando él menos se manifiesta a su favor. Incluso Sergio es más explícito cuando le dice a Carmen que ella “no sabe nada de política” y que de ninguna manera apoyaría su candidatura. Que ella no sirve para eso. Quizás Sergio no la golpee, pero la violencia tanto verbal como psicológica está siempre presente, y en ese punto Giselle Aronson trabaja muy bien. Consigue transmitir al lector esa sensación de opresión, de sumisión a la cual está sometida Carmen. Pero también es interesante ver cómo ella, quizás hasta sin darse cuenta, empieza a revelarse contra aquello. Por un lado, sigue sin querer separarse de su marido porque ella misma dice que sus padres la educaron así, que una mujer “debe quedarse al lado de su marido para toda la vida”. Pero por otro lado, empieza a desarrollar actitudes que la alejan de ese estatus social al que pertenece estando al lado de su marido intendente. Ahí es donde empieza a manifestarse esa suerte de deseo de liberación de su parte. Una acción tan cotidiana para unos y tan ajena para otros, como lo es ir a comprarse ropa barata a Once, es la que empieza a definir esa especie de rebelión que ella misma protagoniza con el correr de la historia.

En el caso de Silvia, el vínculo entre ella y su marido es también violento pero desde otra perspectiva. Su relato, a diferencia del de Carmen, está en primera persona, lo que nos da la posibilidad de conocer más en carne propia todo lo que le sucede en relación a su vida personal. Su esposo, Ramón, es también violento, pero es más explícito a la hora de expresarlo. La maltrata verbalmente, la insulta, y hasta un día la abandona, cuando se asusta por el hecho de que Silvia esté utilizando (con muchas soltura) un arma que él tenía escondida en el cuarto. La voz de Silvia, entonces, es la encargada de relatarnos estos hechos de manera mucho más directa, al recurrir ésta a la primera persona. En su narración conocemos más de cerca, por así decirlo, todo lo que le ocurre en su vida cotidiana, y también cómo es que tiene lugar su encuentro con Carmen y lo que continuamente esta última le pedirá que haga por ella.

Más allá de ser una novela bastante corta, que no llega a las doscientas páginas, Dos tiene una estructura interesante para analizar. Intercalando las voces de ambas protagonistas, la autora articula un relato profundo, con un contenido muy intenso. Además, Giselle Aronson maneja muy bien el ritmo de la narración; lo cierto es que es muy difícil parar de leer esta novela. No solo por el hecho de que la corta extensión de los capítulos invita constantemente a seguir, sino también porque la trama genera mucho interés en el lector. Lo más interesante de esta cuestión es que, en un principio, uno no sabe bien a qué apunta la autora cuando incorpora las narraciones de ambas mujeres; a priori, no hay nada que las una, nada que a uno le pueda llegar a dar una pista de por qué sus voces pertenecen al mismo texto. Lo cierto es que al inicio de la novela la relación no está clara porque muchas cosas son las que diferencias a Silvia de Carmen; una es anónima, la otra pública. Una es foco de chusmeríos, la otra no. Una pertenece a una clase social más baja, la otra es parte de la clase alta. Sin embargo, con  el correr de la novela se irán viendo las cosas que evidentemente las unen: esa violencia muchas veces silenciada, esa sensación de opresión a la que son sometidas todo el tiempo para, finalmente, terminar siendo una, y no dos.

Dos es una novela que a simple vista podría parecer bastante simple. Sin embargo, cuanto más se la analiza, cuando más se la piensa, uno se da cuenta de que en realidad esconde un contenido interesante para analizar, un contenido muy profundo. Ambas protagonistas alcanzan un gran desarrollo psicológico, que se va manifestando no solo en su forma de pensar sino también en cómo actúan ante determinadas circunstancias. Giselle Aronson narra de forma muy amena, fluida, con la precisión justa para que nada esté fuera de lugar. Dos está llena de silencios, llena de momentos en donde no se se dice nada, no se escucha nada; pero son silencios que en realidad están repletos de violencia, de opresión. Y cuando eso se destapa, cualquier cosa puede pasar.

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