Recomendación del mes - Octubre 2017

Mis lecturas de octubre fueron:

Claus y Lucas, de Agota Kristof;
Plástico cruel, de José Sbarra;
Soy leyenda, de Richard Matheson
Opio, de Maxence Fermine;
La vegetariana, de Han Kang;
Océano mar, de Alessandro Baricco.

Este mes apunté más a escritores extranjeros que nacionales o latinoamericanos, a diferencia de otros meses en los que preferí apostar por literatura nacional. Particularmente, octubre fue un mes de no tanta cantidad de lecturas, pero algunas de ellas estarán definitivamente dentro de lo mejor del año. Quiero detenerme específicamente en dos novelas: Claus y Lucas y La vegetariana

La edición de Booket de Claus y Lucas reúne tres novelas escritas por la novelista húngara Agota Kristof: El gran cuaderno, La prueba y La tercera mentira. Los tres textos son novelas cortas, que forman parte de la trilogía protagonizada por estos dos gemelos. Si bien la primera de ellas es la única que podría llegar a leerse como un relato independiente, desde mi punto de vista la mejor decisión fue haberlos leído uno a continuación del otro. De esta forma la historia completa alcanza una mayor continuidad y uno como lector puede apreciar mucho mejor las cosas que se van narrando. Además, y en especial la tercera novela, la autora recurre todo el tiempo a jugar con los pensamientos del lector, en el sentido de que constantemente está dando giros argumentales que pueden descolocarnos, así que, más allá de que es un libro que requiere prestar mucha atención, también es conveniente no interrumpir la lectura a pesar de que la novela esté dividida en tres partes claramente delimitadas.

Más allá de estas cuestiones casi administrativas, Claus y Lucas es un libro extraordinario, genial. Agota Kristof tiene un manejo de la literatura impresionante; la primera novela es la más cruda de todas, en la que utiliza la primera persona del plural para relatar los hechos de los que son protagonistas  los gemelos Claus y Lucas. Ambientado en la Segunda Guerra Mundial, Kristof narra con presición, con desparpajo; sin tapujos y sin victimizaciones. No tiene ningún miramiento a la hora de relatar situaciones sumamente crueles, tanto de índole sentimental, sexual o física. En las otras dos novelas la autora deja de lado un poco estas cuestiones más crudas y se centra en la construcción de ambos personajes. Aquí es donde definitivamente la historia empezó a perfilarse como una de las mejores del año. Kristof narra, pero nunca se sabe si lo que uno lee es verdad o no. De hecho, cuando uno termina la novela hay cuestiones que quedan dando vueltas en la cabeza; pero no en el sentido de que no han estado bien desarrolladas en la historia por una incapacidad de la autora, sino por el hecho de que, pienso yo, estos hechos fueron planteados de esa manera adrede. La intención de Kritof no era servirnos todo en bandeja; era generar en el lector incomodidad, incredulidad, sorpresa, y todo ese cúmulo de sensaciones que surgen de una lectura que no es sencilla, pero que a la vez es extraordinaria. 

Por otra parte, aunque por motivos distintos, La vegetariana también se encuentra no solo dentro de lo mejor del mes sino también dentro de las mejores lecturas del año. Narra la historia de Yeonghye, que en un momento, debido a recurrentes y perturbardores sueños, decide hacerse vegetariana. Esta sería una premisa inicial y, de hecho, demasiado básica para empezar a entender la esencia de este libro. Porque lo cierto es que La vegetariana es mucho más que eso; es más, ni siquiera considero que sea una novela sobre vegetarianismo. Es una novela que empieza con eso pero se bifurca hacia caminos que tocan temas mucho más universales, si se quiere; temas que nos interpelan no solamente como lectores, sino también como seres humano. La vegetariana es una novela magníficamente escrita, con imágenes que quedan rondando en la cabeza de uno por mucho tiempo, que trata temas centrales como el rol de la mujer en la sociedad, la personalidad y sus transformaciones, la figura del cuerpo, entre otros.

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