Recomendación del mes - Noviembre 2017

En noviembre leí los siguientes libros:

Kafka en la orilla, de Haruki Murakami
Dos, de Giselle Aronson
Human acts, de Han Kang
El hermano mayor, de Daniel Mella
No hay risas en el cielo, de Ariel Urquiza
Los Elementales, de Michael McDowell.

A excepción de El hermano mayor, todos los libros que leí en noviembre me gustaron, aunque no necesariamente en la misma proporción. Si bien hay algunos que disfruté más que otros, en promedio las lecturas del mes fueron muy buenas y bastante variadas, algo que también es para valorar. Incursiné en la literatura nacional con Dos de Giselle Aronson y con No hay risas en el cielo, de Ariel Urquiza, en tanto que los demás fueron todos autores extranjeros. A su vez, leí varios géneros, como el terror con McDowell y el realismo social con Kang, así como también el surrealismo propio de Murakami. 

En primer lugar, me gustaría destacar a Giselle Aronson con su novela Dos. Es una historia bien argentina, que si la pensamos un poco más minuciosamente tiene un contenido mucho más profundo que el que parece en un principio. En ese sentido, la autora trabaja muy bien en la construcción de las protagonistas, Silvia y Carmen, y así logra darles una personalidad bien marcada. Es interesante, también, cómo va construyendo un ambiente de tensión permanente, en el que la violencia se hace presente en todo momento. Quizás no sea una violencia tan explícita en el caso de Carmen (aunque con Silvia sí sucede esto), pero de todas maneras, y desde un punto de vista más psicológico, lo violento siempre termina prevalenciendo. Es esa violencia solapada que se manifiesta en los tonos de voz, en las formas de decir, en el uso de una palabra por sobre otra o en una simple mirada. En general, Giselle Aronson trabaja muy bien sobre estas cuestiones, logrando construir una novela muy entretenida, que se lee muy rápido y que, luego de terminarla, deja algunas cuestiones para analizar que quizás, en un principio, uno podría no haberlas tenido en cuenta. 

En segundo lugar, Los Elementales fue una lectura para tener muy en cuenta. Totalmente diferente a lo que ofrece Dos, Michael McDowell elaboró una historia de terror gótico más clásico, con cuestiones ya trabajadas por otros autores como la idea de la casa embrujada. Sin embargo, el autor logra darle a la novela un estilo muy propio, muy personal, y eso lo consigue más que nada con la construcción de los personajes y con la dosificación del uso del terror. Con respecto a esto, es interesante destacar que la acción más puramente ligada al género empieza recién más cerca de la mitad de la novela. En cambio, en las primeras ciento cincuenta páginas, más o menos, el autor se encarga de retratar a los personajes; en ese sentido, el terror apenas empieza a perfilarse. Es decir que vamos sabiendo más sobre estas extrañas casas en las que veranean las familias McGray y Savage solo a partir de leyendas, mitos y rumores que fueron circulando por generaciones. Además, en esta parte de la novela el autor utiliza un humor muy negro e irónico, que también nos ayuda a adentrarnos de lleno en las relaciones que se establecen entre los miembros de las familias. Y estos vínculos, claro está, no son muy comunes, para decirlo de alguna forma, sino que están llenos de cuestiones extrañas y poco convencionales; más allá de esto, consiguen que uno pueda recordarlos, que no pasen desapercibidos. Entonces, es como si en esta primera mitad el autor nos estuviera preparando para lo que va a acontecer en las próximas páginas: y lo que va a ocurrir es un terror mucho más explícito, más gótico, más crudo y concreto. Redescubrida por La Bestia Equilátera y reeditada este mismo año, Los Elementales está considerada como una joya del terror por autores como Stephen King y Tim Burton. Es una lectura intensa, por momentos tranquila y por otros terrorífica: una novela sin desperdicio.

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